Es una fábrica grande, sobre todo teniendo en cuenta que la ciudad no tiene tantos habitantes. Funcionan tres hornos. En cada uno de ellos trabajan 107 obreros, en cuatro turnos rotativos.
Ante
la reapertura de esta fábrica estatal, el gobierno actual del CNT nombró nuevas
autoridades, que fueron recibidas por protestas de los obreros, obligando así a
remover a algunas autoridades, que fueron reemplazadas por otras, elegidas
mediante el voto de los trabajadores.
Por
ahora, los salarios se mantienen en el mismo nivel de lo que cobraban en el
2010, esto es, un piso de 800 dinares libios y algunos llegan a cobrar hasta
1.300. Cabe destacar que hasta ese año, estos mismos trabajadores ganaban 300
dinares libios. Fue a partir de una
brutal inflación (que aún continúa) que empezaron los primeros esbozos de
protestas contra el régimen qadafistas, y que luego terminaran enfrentando al
ejército con lo que tenían a mano (piedras, palos, etc.), hasta que le causaron
las primeras derrotas, y lograron hacerse de sus armas para formar las milicias
que finalmente derrocaron al dictador.
Pero
al día de hoy la fábrica está parcialmente parada. Cuando empiece a producir en
un 100%, los obreros esperan un aumento de salario. Inclusive ya se habían
organizado en una Naqaba (sindicato) para, una vez que empiece la producción y
todo el conjunto de los obreros vuelvan a trabajar, garantizar, mediante sus
métodos de lucha, el aumento de su salario y las condiciones dignas de trabajo
(como ropa de trabajo, seguridad contra incendios, etc.). Sus métodos no son
solamente la huelga, ya que todos estos obreros fueron milicianos que
combatieron contra Qadafy, cuyo saldo les ocasionó 54 mártires en el campo de
batalla.
Curiosamente,
la Naqaba existía ya en la época de Qadafy, pero no le tenían permitido tomar
ninguna acción ni decisión, más que comunicar a los directivos como estaba el
salario de los trabajadores, y dejar librada a la voluntad de los patrones la
posibilidad de un aumento. Todo obrero que llegara siquiera a pensar en hacer
una huelga o cualquier tipo de protesta, era penado inclusive con muerte.
Hoy en día, los
obreros, que en su totalidad mantienen posesión de sus armas con las que
derrotaron a Qadafy, se sienten confiados en que la fábrica recuperará e
incrementara su nivel de producción, en que subirán los salarios, y que la
sociedad se organizará en base a leyes favorables a los trabajadores. Y, de
contrario, afirman que pondrán en pie su Naqaba para protestar, derecho obtenido
tras la caída del dictador.
Otro
de los organismos que han puesto en pie es el Tihad al-Thuwar, un comité de
jefes y coordinadores de las milicias, encargado de conseguir empleo para todos
los luchadores que pidan volver a trabajar. Al ver a sus hermanos de clase de Siria, estos obreros expresan su total apoyo hacia ellos, y los llaman a seguir su ejemplo, enfrentando con lo que tengan a mano al ejército, hasta poder arrebatarle su armamento y derrotarlo. Están dispuestos a ayudarlos, en cuanto a envíos de pertrechos coordinados entre los trabajadores mismos sin depender de ningún gobierno (pues solo son trabas). Pero ven muy lejana la posibilidad de organizar milicias para combatir en territorio sirio contra el asesino Bashar al-Assad.
Por último, estos
obreros hacen un llamado a todos los trabajadores del mundo que están
explotados y oprimidos, igual o peor que ellos bajo Qadafy, a seguir su ejemplo
y enfrentar a sus gobiernos y regímenes hasta derrocarlos, de la misma manera
que lo han hecho ellos, buscando llegar a la mejor sociedad, el socialismo,
pero no al estilo Qadafy, sino el verdadero socialismo.
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