viernes, 16 de noviembre de 2012

SIRIA:¡PAREMOS EL GENOCIDIO DE AL-ASSAD,

Bajo las órdenes de Obama y con las cañoneras de Turquía y el sionismo:

El CNS, la “Coalición Nacional”, los generales del ELS, la Liga Árabe, los patrones y grandes comerciantes de las provincias que no pusieron un solo muerto, no tiraron un solo tiro y que durante décadas compartieron negocios con Al-Assad…

MEDIANTE UN VERDADERO PACTO CONTRARREVOLUCIONARIO CON AL-ASSAD QUIEREN IMPONER LA “PAZ” DE LOS CEMENTERIOS

√ Para expropiar la revolución y sostener al estado sionista fascista de Israel,
√ Para escarmentar a las masas revolucionarias de todo el Norte de África y Medio Oriente.
√ Para recomponer el poder de los explotadores en Siria

Los que luchamos, los que dejamos en el campo de batalla a cientos de miles de mártires, los que perdimos a nuestros hijos, padres y hermanos en el combate contra el ejército de Al-Assad….

¡No debemos reconocer ningún acuerdo, pacto, ni gobierno de los explotadores!

¡Todo el poder a los Comités de Coordinación Locales y los Comités de soldados rasos!
para aplastar a Al-Assad y sus sirvientes, expropiar a la burguesía y el imperialismo y conquistar el pan, el trabajo y la independencia nacional


¡Por la destrucción del estado sionista-fascistas de Israel!
¡Fuera Turquía y las tropas de la OTAN!

¡Por una Federación de Repúblicas Socialistas del Norte de África y Medio Oriente!


El genocidio de Al-Assad contra las masas sirias; más el desvío parlamentario e intento de desarme de las milicias en la revolución de Libia; la fraudulenta “Asamblea Nacional” en el Túnez revolucionario; y las reformas cosméticas, luego de la caída de Mubarak, sobre el régimen cívico-militar en Egipto por parte de la casta de oficiales del ejército y los Hermanos Musulmanes: son distintos eslabones de una misma contraofensiva imperialista en toda la región para llevar los procesos revolucionarios a una fase defensiva. Así, los piratas imperialistas, encabezados por Obama y la Merkel, junto a las burguesías nativas cipayas, pretenden avanzar en recomponer los regímenes y gobiernos que han quedado maltrechos por la ofensiva de masas, luego de casi dos años de luchas y combates revolucionarios en el Magreb y Medio Oriente.

El imperialismo sabe que debe acelerar sus pasos para definir a su favor la cuestión siria, antes que las masas palestinas y de todo el Norte de África y Medio Oriente vuelvan a sublevarse por “el pan, el trabajo, la libertad y la dignidad nacional”. Ninguna de estas demandas, que empujaron a las masas al combate, han sido satisfechas por estos regímenes y gobiernos pro-imperialistas que surgieron para expropiar la lucha revolucionaria de los explotados.

Esta cadena de revoluciones que estalló en el Norte de África y Medio Oriente, como una misma, única e indisoluble revolución, tiene desde hace un año su punto más álgido en Siria. Allí, todos los planes contrarrevolucionarios se reducen a que se desarmen y se disloquen los Comités de Coordinación Locales y los Comités de soldados rasos, que fueron los verdaderos organismos de doble poder de las masas en lucha que surgieron en las insurrecciones por ciudad. Este es el fin que tuvieron y tienen los incesantes bombardeos, las matanzas generalizadas, los asesinatos contra los combatientes, jóvenes, ancianos y niños, los más de 300.000 mártires caídos y otro tanto que resultaron brutalmente heridos, la destrucción y devastación de barrios y ciudades enteras; la falta de alimento, agua, electricidad, refugio, hospitales, medicamente, que obligaron millones y millones de explotados a desplazarse de una región a otra del país y también a exiliarse en campos de refugiados, para poder sobrevivir en medio de este terrible infierno que impusieron Al-Assad y el imperialismo en Siria.

Al-Assad hizo y hace el “trabajo sucio” a cuenta de todas las potencias imperialistas de masacrar al pueblo sirio, dejando tierra arrasada. Mientras tanto, el Ejército Libre Sirio le plantea a los combatientes de la resistencia: “o se integran al ELS cobrando un sueldo, o se van a sus casas”, para disolver los organismos de las masas en lucha e intentar cooptar a un sector de las milicias que pelean contra el ejército genocida. Al mismo tiempo, las fracciones islámicas “ultra-izquierdistas” mandan a grupos dispersos –provenientes de la multitudinaria vanguardia de las masas combativas- a realizar acciones militares impotentes y aisladas, donde terminan siendo masacrados los elementos más valientes de la revolución. Así actúan en Siria los distintos agentes del imperialismo.

Sin embargo, el imperialismo debe impedir que Al-Assad y el resto de sus agentes se pasen de la relación de fuerzas conquistada a su favor. Es que el estado mayor de la contrarrevolución opina que ya hay suficientes derrotas sobre las masas sirias como para impedir una “nueva Libia”, es decir, que las masas armadas impongan un doble poder nacional y le corten la cabeza a Al-Assad, como le sucedió a Khadafy en Libia. Pero a su vez, el imperialismo sabe bien que estas derrotas no son suficiente como para que Al-Assad, odiado y enfrentado por el conjunto de los explotados de Siria y de toda la región, siga masacrando a mansalva o permaneciendo en el poder, a riesgo de que se prolongue el proceso de guerra civil abierto o que se desarrollen nuevos embates revolucionarios de las masas en toda la región.

La situación en la región continúa siendo inestable. La poderosa revolución del Norte de África y Medio Oriente dejó endeble todas las instituciones y herramientas de dominio de la burguesía. Las pandillas imperialistas no olvidan ni por un instante que una burla a las costumbres, enseñanzas y cultura de las masas árabes, hizo estallar la furia de millones de explotados que hicieron arder las embajadas de los yanquis, ingleses, alemanes, etcétera, en decenas de países en la región. No olvidan que en Bengasi (Libia) cayó muerto el embajador yanqui y varios agentes de la CIA que estaban en el mismo “consulado” norteamericano donde funcionaba la base de los servicios secretos yanquis; hechos que le costaron el cargo al director de la CIA, el asesino militar James Petreaus.


Un “pacto” para expropiar la revolución
¡Los explotados no deben reconocer ningún acuerdo y negociación de la “Coalición Nacional”, de los políticos y militares provenientes del régimen de Al-Assad que vienen a recomponer el poder de la burguesía y el imperialismo!

El plan de Obama y demás jefes de las potencias dominantes es que se geste un pacto de “unidad-nacional” donde se fusionen los generales “democráticos” del ELS con los generales bonapartistas del actual ejército de Al-Assad que rápidamente se vestirán de “democráticos” a la hora de defender los negocios de la burguesía y el imperialismo. Para ello han puesto en pie la llamada “Coalición Nacional” que unifica a la “oposición” de antiguos políticos del régimen de Al-Assad, de militares “pasados de bando” a último momento, de patrones “exiliados” y de grandes comerciantes que no pusieron un solo muerto, ni dispararon un solo tiro. Esta “Coalición Nacional”, bendecida por los bandidos de la Liga Árabe, busca subsumir y liquidar los Comités de Coordinación Locales y demás organismos de autodeterminación, armamento y democracia directa de las masas en lucha. Así conspiran para expropiar la revolución y reconstituir al régimen maltrecho.

Este plan, puede o no incluir a Al-Assad. Para sostenerse en el poder y no quedar por fuera de las negociaciones (y del reparto de botín), Al-Assad hace fuego de artificio con sus tropas en la frontera con Turquía y “ataca” en el Líbano. A la vez que intenta sellar pactos “de paz” ciudad por ciudad con las distintas fracciones burguesas, quienes buscan posar frente a los ojos de las masas como las que “garantizaron” que cesen los ataques y bombardeos del ejército sirio.

En Siria entonces lo que está actuando es un verdadero pacto contrarrevolucionario para expropiar la revolución, sostener al estado sionista fascista de Israel, escarmentar a las masas revolucionarias de todo el Norte de África y Medio Oriente, y así recomponer el poder de los explotadores en Siria. Es un pacto para imponer la “paz de los cementerios”, basado en el brutal genocidio de Al-Assad, a cuenta del imperialismo y la burguesía en la región, contra la clase obrera y las masas sirias.

Esta pérfida política contrarrevolucionaria es comandada por el imperialismo yanqui. Hoy, luego del resultado de las elecciones presidenciales en EE.UU. que dieron como ganador al carnicero Obama, se ha relegitimado el gobierno yanqui y el maldito régimen de los “Republicratas” (de ese partido único que son los Republicanos y los Demócratas, todos representantes de los piratas de Wall Street).
Esto le permite a EE.UU. junto a sus agentes de la burguesía de Turquía, militarizar toda la frontera con Siria con el ejército y la artillería de la OTAN (el imperialismo yanqui aún no puede actuar con sus tropas militares de forma directa en los procesos revolucionarios de la región, porque esto desataría nuevamente la furia revolucionaria de las masas).
Parte de esto mismo, es que ni bien se contaron los últimos votos de las elecciones en los Estados Unidos, el estado sionista fascista de Israel, con la venia yanqui, lanzó un misil a Siria para disciplinar a Al-Assad y sentarlo a negociar. Mientras, por otro lado, este enclave militar del imperialismo en la región disparó varios bombazos contra las masas palestinas en la franja de Gaza, por los cuales cayeron asesinados diez palestinos.
Con todo esto buscan ponerle un límite al asesino Al-Assad y obligarlo a aceptar la salida pactada que comandan los piratas yanquis.

En Siria y toda la región estamos ante la reedición de la “Operación Plomo Fundido” que el imperialismo yanqui desataba en el 2008 -primero de la mano de Bush y que luego continuaba Obama que venía de ganar las elecciones-, con el estado sionista fascista de Israel bombardeando a mansalva a las masas palestinas de Gaza.
La actual “Operación Plomo Fundido” combina la política de genocidio, masacre y tierra arrasada en Siria de la mano de Al-Assad, con esos pactos contrarrevolucionarios que se desarrollan en el Norte de África y Medio Oriente para imponer la “paz de los cementerios”, que incluyen las enormes puñaladas por la espalda perpetradas desde adentro contra la resistencia siria.
Parte central de este plan contrarrevolucionario, en América Latina es el rol jugado por Chávez, Castro y demás gobiernos “bolivarianos” que también han sellado pactos con el imperialismo yanqui al servicio de estabilizar su “patio trasero”. Los “bolivarianos” antiobreros y cipayos del imperialismo, son los encargados de entregar a la resistencia colombiana y de terminar de consumar la entrega de las conquistas de la revolución cubana con la restauración del capitalismo en la isla. Son los que sostienen y apoyan al chacal Al-Assad, al igual que ayer lo hicieron con el perro Khadafy de Libia, mientras vienen de jugar todo su rol para volver a someter al proletariado chicano, negro, latino y demás obreros inmigrantes en EE.UU. al carnicero Obama, con el canalla de Chávez haciendo campaña a favor de Obama y llamándolo a votar abiertamente. Esto luego de que todos los “bolivarianos” le enviaron sus “condolencias” ante el ajusticiamiento del embajador yanqui a manos de las milicias revolucionarias de Libia.


Un anillo contrarrevolucionario para derrotar la revolución y poner de rodillas a la verdadera nación siria: la de clase obrera y los explotados

Para imponer este plan contrarrevolucionario, el imperialismo yanqui, junto a sus gendarmes en la región como Turquía y el estado de Israel, está aprovechando al máximo las condiciones creadas por la brutal masacre contra las masas revolucionarias de Siria. Y esto es así porque el hecho de que las masas sirias sean masacradas con un verdadero genocidio, no es un triunfo solamente para Al-Assad y la burguesía siria, sino para todo el imperialismo y la burguesía a nivel mundial. En Siria lo que está actuando no es ningún “ejército nacional”, sino tropas de ocupación a cuenta del imperialismo y el sionismo, que son armadas hasta los dientes por los carniceros de Putin y Hu Jintao de Rusia y China.
Este ejército no sólo está aplastando a las masas revolucionarias, sino que en su calidad de “tropas de ocupación del imperialismo”, a su vez están imponiendo una derrota de la nación oprimida siria. Esto significa que si logran imponer sus planes contra la clase obrera y los explotados, a no dudarlo que el imperialismo atará con doble y triples cadenas a la nación oprimida para redoblar aún más su saqueo y expoliación de Siria.
Sólo la clase obrera es la que puede enfrentar y derrotar, con sus organizaciones de lucha, los planes contrarrevolucionarios del imperialismo en Siria y toda la región. Es que el proletariado es la única clase verdaderamente nacional, porque no tiene ningún interés que la ate al imperialismo, como sí los tienen los Al-Assad y todos los burgueses nativos que están en la “oposición”.

Los actuales acontecimientos demuestran de forma cruda y descarnada que la burguesía siria, aún la más “opositora”, y sus “monjes musulmanes” de las mezquitas donde se refugiaban las masas para organizar su lucha, jamás quisieron que los explotados se armen y se autoorganicen. Sólo querían utilizar a las masas y a la “democracia” para discutir un reparto de los negocios.
Por eso la burguesía “opositora”, que no tiró un solo tiro y es tan agente del imperialismo como Bashar, hoy negocia acuerdos de “paz de los cementerios” ciudad por ciudad con el asesino Al-Assad.

Es lo mismo que antes hiciera el Partido Comunista kurdo que, junto a la burguesía de 5 provincias sirias de ese origen, firmó “pactos de paz” con Al-Assad para desarticular y descuartizar las filas de la resistencia y poner hoy a las masas a la defensiva. Así fue cómo el estalinismo traicionó abiertamente la contraofensiva que protagonizaron las masas en julio-agosto, que llegó hasta las puertas mismas de Damasco, y le dejó las manos libres a Al-Assad para que siga masacrando a cuenta del imperialismo.
El estalinismo pactando con Al-Assad, tirándole por la espalda a los explotados al igual que el ELS y apoyando a Hezbollah del Líbano, fue el que garantizó el verdadero cerco a las masas sirias y actuó como quinta-columna contra los explotados. Todo esto, legitimado y sostenido por los renegados del trotskismo, que se dedican a calumniar a las masas revolucionarias acusándolas de ser “agentes del imperialismo”, o bien, apoyan abiertamente a los sinvergüenzas del ELS y esos generales ex-assadistas que jamás estuvieron en el frente de batalla contra las tropas de ocupación que comanda el chacal Al-Assad.
Sin este anillo contrarrevolucionario, el imperialismo no podría ni siquiera sentarse a negociar un “plan de paz” inmediato.


El imperialismo saca lecciones de la revolución en Libia
para impedir que en Siria Al-Assad caiga derrotado por las masas

Para la burguesía y el imperialismo es decisivo que Siria no sea una “nueva Libia”, es decir que no ruede la cabeza de Al-Assad como ayer sucedió con la de Khadafy. Por ello debía ser el mismísimo Al-Assad con sus tropas contrarrevolucionarias, quien aplaste a las masas antes de que éstas puedan armarse y conquisten un doble poder nacional como sucedió en Libia.
En Siria se aplicó una política de genocidio; con la burguesía desplegando un claro instinto de clase. Lo que hubo, en ese país, fue una “korniloveada”, es decir golpes contrarrevolucionarios para frenar la cadena de revoluciones que comenzara en Túnez y para que no ardiera Jerusalén.
Justamente, por esa vía debían impedir el escenario de Libia, donde las insurrecciones por ciudad triunfaron como insurrecciones locales -como sucedió en Bengasi, Misarrata, Brega y el oeste-, dejando arrinconado el poder de Khadafy en Trípoli (donde el imperialismo organizó una brutal masacre para que no caiga el dictador). Así, en Libia, quedó desarticulado el aparato del estado nacional, es decir, la banda de hombres armados del capital, y también el régimen khadafista. Surgió un doble poder de las masas, no solamente armado, sino también controlando territorio.

En Siria, para evitar que esto pase, la aviación y los helicópteros de Al-Assad bombardearon a mansalva las ciudades para liquidar de cuajo toda posibilidad de que triunfen las insurrecciones locales de los explotados. Al mismo tiempo que se perpetraba la política de masacre, destrucción masiva y tierra arrasada, estas insurrecciones locales eran contenidas por las charlatanerías de “paz” de los religiosos de las mezquitas, que le ataban las manos a las masas para que no se armen. Mientras, los renegados del marxismo hablaban de “luchas por la democracia” y apoyaban a Al-Assad para que su régimen se “auto-reforme”.

Hoy queda un millón de veces más claro que la clave de la intervención de la OTAN en Libia en el 2011 fue para impedir que Trípoli caiga a manos de las insurrecciones victoriosas de las masas que tenían acorralado al régimen y para que Khadafy pacte antes que ruede su cabeza. Solo por ello la OTAN, que no se cansó de bombardear Brega y Misarrata para que las masas no avancen hacia Trípoli, les mandó a Khadafy y a sus generales un par de “correctivos” para que acepten negociar un pacto de “unidad nacional” con el CNT, antes de que las masas armadas se apoderen de toda Libia y surja un doble poder nacional; como el que finalmente se terminó imponiendo y que hasta el día de hoy no pueden desarmar.

Si este “pacto” entre la OTAN, Khadafy y el CNT (hoy CNL) no pudo aplicarse fue porque lo rompieron las masas revolucionarias, que avanzando con insurrecciones por ciudad, desde el oeste y desde Misarrata llegaron a Trípoli e hicieron volar por los aires dicho pacto. Luego de esto, las milicias de la clase obrera y los explotados arrinconaron a Khadafy y lo ajusticiaron en la ciudad de Sirte.

Para que esto no suceda en Siria, el imperialismo sostuvo y armó, vía Putin y Hu Jintao, a Al-Assad para que masacre a los explotados y luego imponerle a éste una salida negociada sobre la base del aplastamiento de las masas, con el objetivo de evitar que se desarrolle una crisis revolucionaria y que las masas impongan un doble poder armado.
El imperialismo se llevó un gran aprendizaje de Libia. Por el contrario, la clase obrera no pudo hacerlo. Las direcciones traidoras se lo impidieron. Ahí reside el problema de la clase obrera y su crisis de dirección revolucionaria, que no es otra cosa que la sobreabundancia de direcciones traidoras.


La revolución siria desnuda la política servil de la izquierda reformista mundial

Variadas corrientes políticas de la izquierda reformista esperaban el ataque de la OTAN en Siria para así “demostrar” que las masas insurrectas que estaban siendo masacradas, eran “agentes del imperialismo”. Ahora, mientras las masas continúan regando con su sangre a la Siria masacrada por las tropas de Al-Assad… guardan silencio. ¡Son unos cínicos!
El actual genocidio en Siria ha desenmascarado la calumnia y la infamia del “club de amigos” de Al-Assad y de sus lacayos, los renegados del trotskismo. Toda la izquierda sirviente de Al-Assad y de Obama esperaba una intervención de la OTAN en Siria. Pero la vida no resultó ser tal como sus engaños y sus mentiras. La realidad demostró que fue Al-Assad quien hizo el “trabajo sucio” a cuenta de la OTAN y las potencias imperialistas, de masacrar a los explotados sublevados para que éstos no se hicieran del poder sobre el cadáver mal oliente de la burguesía (en todas su variantes religiosas y comerciales).

Como está a la vista, la OTAN, a pesar de los ríos y océanos de tinta desplegados por los revisores del marxismo revolucionario, no les hizo caso a los “teóricos” de la izquierda reformista mundial. Antes de que en Siria triunfen “Misarrata” y “Bengasi” como insurrecciones locales, esta vez en Homs, Deraa, Aleppo, Hama y otras ciudades, armó hasta los dientes a Al-Assad, a través de Rusia y China, para que imponga el genocidio y el plan, a la Gengis Khan, de tierra arrasada. Lacayos como Chávez, Castro, Putin y Hu Jintao se dedicaron a sostener las “bayonetas” de Al-Assad.

Al-Assad y el imperialismo tuvieron las manos libres para aplicar esta política, pues la izquierda reformista mundial se lo permitió. Desde una de sus veredas, el ala más pro-socialdemócrata les decía a las masas que venía una “primavera de los pueblos”, “revoluciones democráticas” y “luchas por la libertad”, por lo cual había que someterse a las burguesía opositoras. Y desde la otra, el ala filo estalinista acusaba a las masas de que “son tropas terrestres de la OTAN” y “agentes del imperialismo”.
Así eran engañados los explotados de todo el mundo, y cercadas las masas sirias, para que frente a semejante genocidio no sean los batallones más concentrados del movimiento obrero de las potencias dominantes –EE.UU., Japón y Europa- quienes acudan en su ayuda.

La historia hablará de esta tragedia, de esta traición y de estas puñaladas por la espalda a la clase obrera, como aún hoy jóvenes generaciones del proletariado se enteran de la traición y de las puñaladas por la espalda que recibió la heroica clase obrera que peleó en la Guerra Civil española en los años ‘30.

La tragedia del proletariado es la crisis de su dirección. Es por ello que la clase obrera aún no ha podido sacar lecciones de los combates que dio, ni del rol pérfido de sus enemigos y de los traidores que anidan en su interior y a nivel internacional.
Las expropiaciones de los procesos revolucionarios de Marruecos a Palestina y los desvíos parlamentarios, fueron posibles porque toda la izquierda mundial llamó a las masas a festejar su “primavera” con las flores de los Parlamentos y con los pétalos de los votos en las Constituyentes truchas y amañadas de los explotadores.

Pero a diferencia con la Guerra Civil española, la revolución en Siria aún no está definida. Es que aquí la “península ibérica” va de Marruecos a Palestina, y se definirá en las calles de las capitales de los países imperialistas.
El rol de los revolucionarios en esos combates es limpiarle el camino a los explotados, marcándole quiénes son sus amigos y quiénes sus enemigos, para que puedan pelear.


Para frenar el genocidio y conseguir el pan, el trabajo, la libertad y la independencia nacional…

¡Hay que aplastar a Al-Assad y sus tropas de ocupación!
¡Hay que desconocer todos los pactos entre Obama, los generales de Al-Assad, el ELS, el CNS y la “Coalición Nacional” de los burgueses “opositores”!
¡Hay que impedir que se disuelvan los Comités de Coordinación Locales y los Comités de soldados rasos, en cada fábrica, barrio y  establecimiento! ¡Hay que centralizar en ellos a las milicias obreras y populares! ¡Hay que expropiar a los expropiadores y poner toda la producción bajo control obrero!
¡Hay que desconocer al alto mando del ELS!
¡Todo el poder a los Comités de Coordinación Locales y los Comités de soldados rasos!

Pero como dice el dicho, hay que “ponerle el cascabel al gato”. Nada está dicho aún. Las demandas por la cuales murieron centenares de miles de explotados no fueron conseguidas. Cada vez más pesan el aumento del hambre, la miseria, la desocupación y la opresión imperialista.
A fines del 2010 y principios del 2011, la revolución comenzó cuando se inmoló un joven en Túnez. Pero a más de un año y medio de iniciado este proceso, en el 2012, las masas, que dos meses atrás protagonizaban una nueva sublevación porque los piratas imperialistas se reían de sus costumbres y cultura, le incineraron a un embajador, a varios agentes de la CIA y a decenas de edificios diplomáticos. Las masas de Libia se niegan a desarmarse. Las masas en Túnez siguen luchando contra el gobierno expropiador de la revolución y su “Asamblea Nacional” fraudulenta. En Jordania, los explotados palestinos y jordanos vuelvan a ganar las calles contra esa monarquía sanguinaria del rey Hussein.

Estos ramalazos y destellos si se desarrollan engendrarán un segundo embate revolucionario de las masas en toda la región; el cual para avanzar deberá fijar con mayor claridad a su enemigo: el imperialismo que siempre estuvo atrás de los sables de los generales y de los gobiernos contrarrevolucionarios de la región, y hoy está detrás de los gobiernos expropiadores de la revolución, de sus Parlamentos fantoches, de sus elecciones fraudulentas…

Para frenar el genocidio, hoy más que nunca hay que impedir que se disuelvan los Comités de Coordinación Locales y ponerlos en pie en cada barrio, fábrica, colegio o facultad, y centralizarlos por ciudad, región y a nivel nacional.
¡Abajo Al-Assad! ¡Hay que impedir que la “reconstrucción” de Siria venga de la mano del imperialismo, los burgueses, el asesino Al-Assad y los que pactaron con ellos! ¡No permitamos el ingreso de las tropas de Al-Assad a ninguna ciudad! ¡Hay que poner la producción bajo control de los trabajadores y desde allí levantar la consigna de que para ganar la guerra civil, hay que expropiar a los expropiadores del pueblo, ROMPER CON LA BURGUESÍA COLABORACIONISTA, desconocer a los oficiales del ELS y reconstituir a las milicias que voten a sus jefes y se coordinen y centralicen! ¡El único poder que reconocemos es el de los Comités de Coordinación Locales y los Comités de soldados rasos que es el único que puede garantizar el pan, el trabajo y la independencia nacional expropiando a toda la burguesía y el imperialismo!

Muchos obreros y explotados en la guerra sólo ven la posibilidad de luchar contra Al-Assad poniéndose bajo las órdenes del ELS, porque éste les da tecnología y armas. De esta forma el ELS intenta cooptar a sectores de la vanguardia que ansían armarse para enfrentarse con las tropas de Al-Assad. Pero el plan de la burguesía es que ELS sea un “ejército sirio” no tan libre, que junto a los generales de Al-Assad, operen bajo el mando de Obama y la marina yanqui del Mediterráneo. El problema que tiene la burguesía y el alto mando del imperialismo, es que podrán cooptar a un sector de los combatientes pero no podrán resolver la miseria espantosa, el odio y los sufrimientos de millones de explotados de Siria. En esas profundidades de los explotados debe centrarse toda la atención de los revolucionarios para ayudar a que las masas se organicen y vuelvan a rearmarse. Porque solamente encontraran solución a sus problemas, si los trabajadores y las masas toman los destinos de la nación en sus propias manos, es decir si toman el poder.


La lucha de los explotados en Siria triunfará como una única revolución en toda la región
¡Hay que preparar un nuevo embate revolucionario victorioso de las masas!

 ¡Por la destrucción del estado sionista-fascistas de Israel!
¡Por el triunfo de una sola y única revolución en todo el Norte de África y Medio Oriente por el pan y el trabajo, contra el imperialismo, los gobiernos, regímenes y estados capitalistas!
¡Por una Federación de Repúblicas Socialistas del Norte de África y Medio oriente!

Las fuerzas para ello están en los cientos de miles de oprimidos que ganaron las calles y quemaron las embajadas yanquis, alemanas e inglesas en varios países de la región. El poderío de los explotados radica en la tenacidad y combatividad de las masas tunecinas; en las milicias de Libia que no quieren disolverse y en las energías que aún tienen las masas de Siria para resistir.

Para potenciar estos combates, hay que coordinar y centralizar las luchas de África y la rebelión de los obreros de Sudáfrica que ahora ha comenzado en Namibia. El programa de los obreros de Marikana de “12.500 rands para todos” y de “nos dan la plata o les matamos a los gerentes”, debe ser el programa de los obreros tunecinos para romper con la burocracia de la UGTT, y de los obreros de Libia para unirse con sus hermanos de Egipto y África que hacen los peores trabajos en Libia, y para que vuelva a sublevarse la clase obrera de ese país.

La lucha de las masas de Siria tendrá perspectiva de triunfo si la clase obrera de toda la región vuelve a irrumpir. No hay forma que los explotados triunfen país por país, justamente en esa división que imponen el imperialismo, la burguesía nativa y las direcciones traidoras reside la fuerza del enemigo para concretar su dominación sobre todos los explotados. ¡Una sola clase, una sola lucha, una misma revolución!

¡Hay que acabar con el saqueo imperialista, derribar al muro de Rafah, destruir al estado sionista-fascista de Israel y liberar a las masas palestinas! ¡Por una Palestina laica, democrática y no racista basada en la auto organización y armamento de las masas!
¡Hay que aplastar la V flota del ejército yanqui! ¡Hay que transformar a toda la región en la tumba de las tropas imperialistas! ¡Hay que derrotar al gobierno del protectorado yanqui en Irak! ¡Por el triunfo de la resistencia en Afganistán e Irak! ¡Por la derrota de todas las burguesías cipayas “panárabes”, “laicas” e “islámicas”, todas sirvientas del imperialismo, sostenedoras del estado sionista-fascista de Israel y masacradoras de sus propios pueblos! ¡Abajo el rey Hussein de Jordania! ¡Por una Federación de Repúblicas Socialistas del Norte de África y Medio Oriente!

La clase obrera de las potencias dominantes, de Estados Unidos, Europa y Japón, debe decir presente y derrotar a las burocracias y direcciones reformistas que le atan las manos y la someten a los parásitos imperialistas. Ellos, los obreros de las principales metrópolis, son los que tienen la llave para que las revoluciones del Norte de África y Medio Oriente puedan triunfar. ¡El proletariado de EE.UU. y Europa debe ponerse de pie al grito de “¡el enemigo está en casa!” para boicotear la maquinaria de guerra imperialista! ¡La moción de las masas del Norte de África de que para que haya pan y trabajo hay que tirar a los gobiernos, regímenes y estados capitalistas debe triunfar en el corazón de la Europa Imperialista!

Estas son las tareas inmediatas que tiene el proletariado mundial para derrotar el ataque imperialista y para que las masas del Norte de África y Medio Oriente triunfen en su combate por el pan y la independencia nacional.


Las masas necesitan una dirección revolucionaria e internacionalista a su frente

El reformismo traiciona y desincroniza la lucha de los explotados, pero el proletariado no lo deja ni lo dejará vivir en paz, porque el que está en bancarrota, en crisis y en decadencia es el sistema capitalista mundial, sostenido hoy esencialmente por las direcciones traidoras que con su accionar, entregando a la derrota las luchas de la clase obrera, sólo preparan el camino hacia el fascismo y la guerra.

Los trotskistas fuimos los primeros en llegar y seremos los últimos en retirarnos del campo de batalla de la clase obrera del Norte de África, Medio Oriente y el mundo. Desde nuestras fuerzas, redoblaremos nuestra pelea para, como un punto de apoyo, ayudar a que se reagrupen los focos de radicalización y combate, allí donde el proletariado rompe el cerco del reformismo para luchar contra los explotadores. Se trata de construir una organización revolucionaria internacionalista que desde Marruecos hasta la Palestina martirizada funcione como un nervio sensible que cuando sea tocado en algunos de sus puntos vibre como un sistema perfecto en toda su extensión.

¡No hay tiempo que perder! Es urgente reagrupar a las organizaciones obreras revolucionarias para derrotar a las direcciones reformistas del proletariado a nivel mundial y avanzar en la refundación de la IV Internacional de 1938, la dirección que necesitan las masas del Norte de África y Medio Oriente para triunfar.

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